Una antigua tradición
En el año 44 fue ejecutado en Jerusalén y su entierro fue prohibido. Sus discípulos surcaron el mar hasta Galicia, donde le dieron sepultura. Su tumba quedó olvidada hasta que en el año 813 un resplandor indicó el lugar donde se encontraba.
En aquel lugar se levantó una ermita, que el paso del tiempo convirtió en una monumental Catedral. Alrededor de ella nació y creció una maravillosa ciudad levítica: Santiago de Compostela.
A partir del descubrimiento de la tumba, los milagros y apariciones se sucedieron y proliferaron las leyendas. Guiados por la Vía Láctea, el itinerario marcado en el cielo, miles de peregrinos comenzaron en el medievo a acudir desde lejanos países de Europa. Y así se fue trazando la red de calzadas que formó el Camino de Santiago, a cuya vera se construyeron iglesias y monasterios, refugios, albergues y hospitales, y crecieron ciudades y mercados.
Intangible vía de comunicación de ideas, de propagación de la fe, de relaciones comerciales e intercambios artísticos y culturales, el Camino fue la ruta espiritual que construyó Europa e hizo a Compostela encrucijada de la Cristiandad medieval.
Por su importancia en la historia del continente, el Camino de Santiago ha sido declarado por el Consejo de Europa «Primer Itinerario Cultural Europeo» y «Patrimonio de la Humanidad» por la UNESCO.
Hoy, como ayer, sigue atrayendo por su ingente riqueza. Ruta de espiritualidad, camino de fe, de encuentro y de hospitalidad, prueba de superación personal o ruta artística y cultural, cada uno encuentra en él lo que busca, e incluso más.